miércoles, 1 de febrero de 2017

Ondárroa

Vista panorámica del pueblo desde la lomada de la parroquia y del cementerio.
Las gaviotas me acompañaban en mi almuerzo
 en uno de los puentes del pueblo.

       Me fascinan los pueblos a los que los abraza un río y luego desemboca en el mar. Con sus serpenteantes formas, el río le da vida al pueblo y, más todavía cuando suelen tener un puerto anclado en la desembocadura. Todo eso, en un mismo pueblo de un poco más de 10000 habitantes. Parece mentira, no? Bueno, eso mismo pasa en Ondárroa. Y lo descubrí aquél 12 de enero del 2017.


Clásico diseño de Calatrava en el último puente,
 antes de que el rió muera en el mar.
        Llegué al pueblo en un día de mucha bruma y varias nubes: "encapotado", como se dice. Sin embargo, el pronóstico preveía rayos de sol sobre el mediodía, y por suerte, no se equivocó.

         Cuando llegué al pueblo, lo primero que me encantó fueron las gaviotas en los tejados de las casas que estaban acodadas a la ribera del río. El trinar de las aves hacen que un pueblo respire mar, respire agua.

La bruma y la niebla le daban un marco tétrico al pueblo...

       Recorrí calles, me perdí algunas veces, y disfruté muchísimo; como la charla que tuve con un uruguayo que fielmente se acomodaba con su termo y mate en la zona cercana al mar. Recorrí la zona del límite entre Bizkaia y Guipuzcoa. En lo alto, se disfruta muchísimo de muy buenas panorámicas. También recorrí la Playa de Saturraran, la que en verano se convierte en playa nudista. Está llena de cantos rodados y parece una playa privada, al estar escondida entre rocas. Lugares idílicos, donde la soledad te cautiva, te hace valorar más la potencia del mar estrellándose entre las rocas...

        Esas aguas, esas lomas verdes, esas callejuelas super finitas que parecen cortarse, esas casas en las colinas, esos barcos que están dispuestos a zarpar para traer la comida a sus hogares, esas gaviotas que viven en los rojos tejados, ese río que transita caprichosamente por el centro del pueblo y lo divide en dos, las iglesias en lo alto, sus cementerios inclinados, sus locales que ante tu entrada te saludan con un "Kaixo"; todo eso y mucho más le dá forma Ondárroa.
La iglesia del pueblo, abrazada por vegetación y humedad propia de una zona marítima...
Me dió la sensación de la Casa de los Locos Adams, jajajja.

Preciosa zona portuaria, tan importante en la vida del pueblo.

Foto de rigor al final de la escollera.

En los bares se recuerda la movida de "Moby Dick",aquél famoso libro de Herman Melville.

Los rayos del zenit le daban más luces al lugar...




GRACIAS POR LEERME!!!

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