jueves, 5 de enero de 2017

Cabo Ogoño

     
Pasado el mediodía, y ya con un poco de pan, jamón y una naranja en la mochila, comencé a subir al Cabo Ogoño desde Elantxobe.
Pasé por algunos caseríos, por el inclinado cementerio y me interné en un sendero que serpenteaba un "bed & breakfast" bien vasco.

        Las preciosas vistas no tardaron en llegar. Eran unos pocos metros hasta la cima del Cabo, pero me entretenía sacándole fotos a magníficas  panorámicas. Siempre pienso en lo que será despertarse todos los días sobre la cima de una montaña y que el azul mar inunde tu habitación. Debe ser fabuloso, no? Yo creo lo que muchos quisieran...

       Algunos carteles describían a la perfección flora y fauna del lugar, destacando que el cuidado del medio ambiente es un deber de todo el que circula dichas demarcaciones (y debería ser del de todos los lugares, no?).

        El camino discurría entre senderos boscosos, y una leve inclinación positiva súper fácil. Ideal para hacer en familia, un camino corto y para nada empinado. Algunas bifurcaciones sin señalar, pero afortunadamente, "todos los caminos conducen a Roma".


 En breve, comencé a sentir voces. Parecía como si nadie se quería perder las preciosas vistas desde la cima, y no se equivocaban. El MIrador incluía: La Playa de Laga, la Isla de Ízaro, Bermeo, Mundaka, las cuales se ven increíbles!!! Qué placer! Una paz genial se sentía ahí arriba. Aproveché el marco, y almorcé con la tele puesta en esos paisajes, y no daba ganas de andar haciendo zapping, jajaja. 

     Las vistas están generadas por un acantilado de 250 metros que cae a pique en el Cantábrico. La sensación de libertad es preciosa, dan ganas de ponerse un trajecito de wingsuit, y rajarse volando! Asomarse a las piedras te dá esas cosquillitas tan lindas que tienen los vacíos...

     Ya luego volví tranca a Elantxobe porque pasaba el bus que venía de Lekeitio y ya a la tarde laburaba y seguía mi vida en Bilbao...

GRACIAS POR LEERME!!!

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