Mañaria

          Llegaba de subir al Mugarra y descubría este hermoso pueblo inmerso en un verde valle entre altos cerros. Me hizo acordara a la propaganda de la vaca Milkaut,que veía de muchachito, y que creo se habría grabado en Suiza, o por algún lugar de acá cerca. Bah,si mal no recuerdo, a estas zonas se las llama "La Pequeña Suiza".

     

             Mañaria es un pueblo muy pequeño de muy pocos habitantes, en el cual se respira naturaleza en sus bosques, cerros y arroyos. Cuando llegué, me metí en un lugar que creí que era un negocio,me reí al descubrir que era un bar. Sus propietarias amablemente me indicaron un negocio para comprar víveres, para luego disfrutar de un sandwich sentado en la placita central del lugar.

        Sentí ese aire fresco que bajaba de las montañas ahí sentado. Disfrutando de los silencios, sin dejar que la música de los auriculares te robe el momento. El tiempo se detuvo otra vez. Imaginaba la vida de sus habitantes mientras recorría sus calles, una vez terminado mi breve almuerzo. También fuí a la parroquia del pueblo, (de la que luego leí que su fundación data de aproximadamente el SXV) y, también serpenteé antiguas casas construídas hace 500 años.

Iglesia de Mañaria

         Está muy cerca de Durango, a sólo 5 km, por eso me volví a tomar el bus al centro de esa ciudad. Antes caminé por el borde de la ruta, la cual divide a los caseríos, dejando una pequeña distancia entre la puerta y la citada carretera. Por lo tanto, mi jornada de senderismo al Mugarra, acababa de la mejor manera: recorriendo valles verdes rodeados de montañas, y circulando al borde de la ruta cual fuera un mochilero que decidió dejar toda su vida atrás, dejando que el destino talle y le dé forma a su futuro cercano...

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Deba

        Después de la caminata por la Ruta del Flysch saliendo de Zumaia, llegué a Deba, un muy lindo pueblo sobre la costa, y a escasos kilómetros de la mencionada localidad.

Casco Urbano. Ayuntamiento y algunas viviendas en la plazoleta...

          Llegué al pueblo, bajando desde los cerros, algo así como dicen autores de algunas canciones... Y llegué por una callecita entre árboles y senderos, como por un costado. De vez en cuando, es atrapante llegar a los pueblos por la espalda y no por las vías del tren o las rutas clásicas, salirse un poco de lo estipulado, no?

         Llegué al casco del pueblo, caminé y recorrí un poco. Fuí al mar, reflexioné y por varios momentos no pensé en nada. Confieso que me encantan las escolleras que las golpea bruscamente el mar invernal, y vos ahí, siendo testigo de tamaño espectáculo, pero teletransportado a quién sabe qué lugar. Esos momentos en los que parece que el mundo se detiene...

        Caminé por la arena mientras varios surfistas cabalgaban enormes olas y un hombre empedernidamente buscaba objetos con un "busca metales" y su peludo perro. Ví al pueblo desde el mar y comprobé que es igual de bonito que desde sus calles hacia el mar.

        El pueblo estaba de siesta, los niños en el colegio, los negocios cerrados, sólo algunos bares donde animosamente charlaban grupos de personas afuera, desafiando la llovizna, o sirimiri, mejor dicho. Todo transcurría en cámara lenta en este lugar, parecía como si la gente supiera disfrutar el doble de tiempo las cosas, evitando el caos de las grandes urbes y sus comportamientos...

Todo muy cuidado en este pueblo...

Caminaba en la desierta arena...

        Luego de estar aproximadamente una hora por sus calles,su costa y sus lugares más importantes, llegué a la estación de tren. Esta vez, el tren venía de sentido inverso,el cartel luminoso indicaba Donosti ----> Destino Bilbao. Me alejaba del pueblo y veía como el transporte se introducía en los cerros y valles, entre una breve lluvia y granizo en los cristales...

Calles de un paso cerca de la costanera...

Me causó gracia este cartel, jajaja

Pintoresca casa que se despierta con el ruido de las olas...

                                           

Antigua Iglesia en el centro neurálgico del pueblo



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Durango

       Cuando subí al Mugarra partí y llegué a Durango en el bus. Y de vuelta, llegué al lugar caminando desde Mañaría, que queda a escasos kilómetros por el borde la ruta. Este camino tiene unos paisajes de cerros muy bonitos, con las típicas lomas de las parcelas vascas.

      Durango es una ciudad importante fuera del Gran Bilbao. Tiene aproximadamente 30 mil habitantes y se fundó en el S XIII. Recuerden que Euskadi no tiene ciudades muy populosas, por lo tanto, Durango forma parte de "una de las grandes".

     Está rodeada de montes bastante altos e importantes en lo que se refiere a Bizkaia. En su municipio contiene las "Peñas del Duranguesado", entre las que destacan el Mugarra, Amboto, Oiz, Alluitz, Saibi). Las siluetas de los mismos se recortan caprichosamente y abrazan la ciudad mires donde mires. Están presentes siempre, formando parte del paisaje. Estoy seguro que Durango no sería lo mismo sin "El Duranguesado".

     Hablando un poco de historia no tan lejana,cabe destacar este hecho de gran relevancia. En la Guerra Civil Española, alrededor de 15000 kilos de explosivos contenidos en casi 300 bombas fueron arrojados en la ciudad, dejando algo más de 530 muertos, la mayoría civiles. Por eso Durango es de gran importancia en todo sentido.

      Volviendo a la actualidad, la ciudad es muy bonita, se la nota activa y llena de vida. El río Ibaizábal le da un marco especial a muchos lugares de Durango, haciéndose paso entre las pintorescas casas del casco urbano. Está muy bien conectada y es una ciudad muy dinámica. Algunas fábricas se han instalado en los últimos años,llevando a gente de las comarcas vecinas a vivir en la ciudad.

Después con tiempo, tengo que recorrer la ciudad con más tiempo, porque cuando venís bajando de un cerro, lo hacés sin mirar todo detalladamente. Sin embargo, sirve para tener un pantallazo importante del lugar.

        Después a los días, en la biblioteca, me enteré leyendo que acá nació un tal Bruno Mauricio de Zabala, quién fuera Gobernador de Buenos Aires y fundador de Montevideo. Datos que uno va obteniendo en su paso por las ciudades vascas...

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Zumaia

En vez de "El último tren a Londres", este es "El Primer tren a Donosti", jajaja

Todo muy limpio y ordenado por la ciudad

 Salí antes de las 6 de la Estación de Abando en un bonito tren que tenía como destino Donosti. Aunque no puedo negar que tuve ganas de visitar nuevamente la ciudad, decidí quedarme con mi destino inicial, que era otra ciudad costera: Zumaia.

Costanera de Zumaia

Estaba fresco en el viaje y cuando llegué a la ciudad, fuí corriendo a un café a desayunar algo caliente (un café doble) y me puse al día con la temperatura, mientras veía a través del ventanal a la gente que llevaba los nenes bien abrigados a los colegios. Cuánto disfruto de vez en cuando en soñar que soy un viajero empedernido, que duermo en una ciudad distinta cada semana, que conozco gente nueva todos los meses, que nunca alcanzo a desarmar las valijas...Ojo, que es un poco lo que estoy viviendo, aunque ahora estoy haciendo una "vida normalita" en Bilbao, jajaja.

En la proa se ve la lucesita del soldador!

Caminé un poco por la orilla de la desembocadura del río. Algo así como una costanera bien cuidada, no muy extensa, pero muy bonita,con bidegorris clásicos de Euskadi (bidegorris= bicisendas argentas). Pude apreciar el puerto con algunos buques de importante calado. Ví que estaban soldando!!! Qué lindo! Me recordó el tiempo de cuando quemaba electrodos allá por mi pueblo natal con mi viejo. Años de adolescencia que me enseñaron a trabajar...

Clásicos cerritos que le dan la mano a los pueblos vascos hasta el mar...

Casita muy bonita. Creo que era un recinto municipal o algo así...

Por acá, es muy común que los ríos atraviesen las ciudades...

Otra vista de la costanera...

Antiguas fortificaciones de defensa ante invasiones, donde libremente flamea "La Ikurriña"....

Yo chusmeaba bonitas fuentes, y la gente de las ventanas me chusmeaba a mí, jajajaj

Casa típica del Casco Urbano de un pueblo vasco.

Yo gatillaba a todas las casas que me llamaban la atención...

"Hasta entonces, el verdadero fuerte de Zumaya, la Iglesia, emplazada estratégicamente sobre un montículo peñascoso, adelantando su atrio y su torre sobre la desembocadura del Urola y sobre el valle de Ardanza, había sido suficiente para contener cualquier ataque de la insaciable piratería. En el siglo XVII, ante amenazas de origen internacional, parecieron pobres las antiguas defensas; y el sargento ordenó que se hiciese un parapeto de cal y canto en la punta de Caleverría, que era el lugar mas avanzado de la villa sobre la costa. Esta iniciativa convirtió a Zumaya en una pequeña plaza fuerte; y desde su ejecución fue objeto, el nuevo fortín, de preocupación y cuidado constante y asiduo. En efecto; dos arios después, la provincia le dotó de cuatro piezas de artillería; en 1639, se cerró la Caleverría en la parte que el fortín abarcaba; en 1694, la provincia ordenó a la Villa que montase sobre curerias los cañones, y esta cumplió el mandato el año siguiente; en 1719, se hizo un cobertizo a las piezas y a la plaza de armas, que costo 487 reales de vellón; se dispusieron nuevas curetías para los cañones; se abrieron troneras, y se levantaron parapetos frente a la Iglesia Parroquial; en 1753 y 1756 y en 1802 y 1848, todavía sufrió nuevos arreglos el mimado fortín; ayer aún, en 1854, aparece citado nuevamente: "El morro de Caleverría".

El miedo a una invasión francesa obligó al Concejo, por su parte, a tomar espontáneamente otras precauciones, como fue la de construir una garita frente a la barra, en 1638, con una campana, un parapeto y un cobertizo; la de reconstruir y ampliar este cobertizo en 1720, para situar en él un cuerpo de guardia; y la de adquirir pólvora y barras de plomo para municiones, hasta el peso de un quintal, el mismo año que se fabricó el fortín. Por último, como la custodia de estos efectos de guerra requería una habitación independiente, el Ayuntamiento la arbitró, y la bautizó en un acta de 1694 con el nombre de Magacen de las municiones, nombre que, aun cuando a primera vista pudiera hoy parecer a alguno de origen francés, era, como saben los mas, castellano, de uso corriente en aquel tiempo, y de origen arábigo.

Sólo resta añadir que los barrios quedaban fuera de las fortificaciones, hasta el punto de que, cuando en alguna escritura antigua se habla de casas de estos barrios, se dice siempre: "Extramuros de la Villa." " (Fuente http://www.euskomedia.org/aunamendi/129523/138064)

Parque que usan los corredores y senderistas muy cerca del mar y con vistas muy lindas...

Playas increíbles con cantos rodados y con sectores que parecen aislados del mundo externo...

Luego de un paseo por la ciudad, ya me interné en la costa, para lo que luego haría: recorrer la Ruta del Flysch, que en otra entrada describiré...

Pórtico que antiguamente sirvió para defensa y hoy, te conduce al mar...

Algunos acantilados custodian a la ciudad

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Ondárroa

Vista panorámica del pueblo desde la lomada de la parroquia y del cementerio.

Las gaviotas me acompañaban en mi almuerzo
 en uno de los puentes del pueblo.

       Me fascinan los pueblos a los que los abraza un río y luego desemboca en el mar. Con sus serpenteantes formas, el río le da vida al pueblo y, más todavía cuando suelen tener un puerto anclado en la desembocadura. Todo eso, en un mismo pueblo de un poco más de 10000 habitantes. Parece mentira, no? Bueno, eso mismo pasa en Ondárroa. Y lo descubrí aquél 12 de enero del 2017.

Clásico diseño de Calatrava en el último puente,
 antes de que el rió muera en el mar.

        Llegué al pueblo en un día de mucha bruma y varias nubes: "encapotado", como se dice. Sin embargo, el pronóstico preveía rayos de sol sobre el mediodía, y por suerte, no se equivocó.

         Cuando llegué al pueblo, lo primero que me encantó fueron las gaviotas en los tejados de las casas que estaban acodadas a la ribera del río. El trinar de las aves hacen que un pueblo respire mar, respire agua.

La bruma y la niebla le daban un marco tétrico al pueblo...

       Recorrí calles, me perdí algunas veces, y disfruté muchísimo; como la charla que tuve con un uruguayo que fielmente se acomodaba con su termo y mate en la zona cercana al mar. Recorrí la zona del límite entre Bizkaia y Guipuzcoa. En lo alto, se disfruta muchísimo de muy buenas panorámicas. También recorrí la Playa de Saturraran, la que en verano se convierte en playa nudista. Está llena de cantos rodados y parece una playa privada, al estar escondida entre rocas. Lugares idílicos, donde la soledad te cautiva, te hace valorar más la potencia del mar estrellándose entre las rocas...

        Esas aguas, esas lomas verdes, esas callejuelas super finitas que parecen cortarse, esas casas en las colinas, esos barcos que están dispuestos a zarpar para traer la comida a sus hogares, esas gaviotas que viven en los rojos tejados, ese río que transita caprichosamente por el centro del pueblo y lo divide en dos, las iglesias en lo alto, sus cementerios inclinados, sus locales que ante tu entrada te saludan con un "Kaixo"; todo eso y mucho más le dá forma Ondárroa.

La iglesia del pueblo, abrazada por vegetación y humedad propia de una zona marítima...
Me dió la sensación de la Casa de los Locos Adams, jajajja.

Preciosa zona portuaria, tan importante en la vida del pueblo.

Foto de rigor al final de la escollera.

En los bares se recuerda la movida de "Moby Dick",aquél famoso libro de Herman Melville.

Los rayos del zenit le daban más luces al lugar...

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