martes, 5 de junio de 2018

Biarritz

De esos bonitos e intensos tonos de azules. Simbiosis del cielo con el mar.

Los surfistas y el mar, un amor incondicional.

Vista desde el faro hacia la ciudad.





Las olas rompían con dureza la desgarrada costa rocosa...

       Mi viaje a Biarritz se enmarcó dentro de unos días de vacaciones con una amiga argentina que me había venido a visitar. Recorríamos brevemente parte de Euskadi y decidimos ir a Biarritz desde San Sebastián en un día. La verdad que el pueblo es precioso y lo descubrimos en un día bastante inestable, pero eso no opacó de disfrutar de hermosos paisajes costeros.


Oteando el faro escondido entre los arbustos.
       Primero que nada, debo decir que la ciudad es  muy francesita, a pesar de la cercanía con la frontera española. Y digo "francesita", porque presume de un pasado de aristocracia marcado. Recuerdo cuando en Argentina diversas publicaciones leídas en museos, describían orgullosamente que la gente de mucho dinero veraneaba en "la costa de Biarritz". Al mismo tiempo, esa sensación es hermosa, cuando sentís realmente que estás en otra cultura, pero que al mismo tiempo no está tan desconectada a tu propia idiosincracia.

       Llegué a un bar alegando pronunciar correctamente "Bonjour" y "Sil vous Plait", esperando que con ese gesto me indicarían dónde estaba la Oficina de Turismo. Entre risas, me dieron las ansiadas indicaciones en un detallado inglés. Me despedí con un "Thank you so much", y una sonrisa dibujada en mis labios.

Bonito Paseo de la Gruta de una Virgen...

        En la oficina de turismo primó la cordialidad en varios idiomas. Agradecimos el gesto y las recomendaciones. Afuera había comenzado a llover tenuemente, lo que no impedía las ansias de salir a conocer la city. Bajamos a la costa y me impresionó la peculiar belleza de la misma. Fusión de edificación y virginidad. El color del mar era de un azul intenso y cambiaba de tono a los pocos metros de besar la arena... Varios surfistas se empeñaban en domar olas hasta que la lluvia fué más intensa y la naturaleza los obligó a salir del mar y refugiarse en algún tejado cercano.

        Aunque parecía lejano a nuestros ojos, y mojados por la lluvia, decidimos visitar el faro que se encontraba al final de la zona urbana de la pequeña ciudad. 
Sin dudarlo y al ver que la puerta del "mojón de los marineros" estaba entre abierta. 

      Decidimos acercarnos. Una persona de habla inglesa nos alerta que la ascensión al mismo no se podrá realizar por las fuertes rachas de viento circundantes. Con un poco de insistencia y algunas sonrisas, logramos convencerla y accedimos a la parte superior, habiendo previamente subido múltiples escalones. 

     Ya arriba, me quedé acurrucado sobre la pared del faro. Gateé unos centímetros para sacar algunas fotos. Eolo estaba presente con intensidad y nos obligó a bajar sin poder dar la vuelta de 360º. No me importaba, habíamos visto todo desde lo alto y la panorámica costará borrarla. Bajamos con la amable farera, quién nos devolvió el dinero de la entrada, alegando que la visita había sido demasiado corta debido a las inclemencias del tiempo.

La vida que poseían las olas era increíblemente intensa!
       Emprendimos el regreso bajo una suave lluvia. Llegamos a un pequeño recodo de la costa donde el sol y el silencio nos dejaron degustar unos ricos sandwiches. Recorrimos una Gruta de una Virgen. Un lugar maravilloso! Las gaviotas jugueteaban con las rachas de viento y las olas se mecían intensamente bajo nuestros pies y frente a nuestras pupilas. El marco era maravilloso. Demasiado natural para el ojo humano. Sin embargo, se vivía profundamente con los demás sentidos.

          Ya con los últimos rayos de sol, y al no encontrar fácilmente la terminal de autobus, decidimos ir a la estación de tren. Volvimos a Donosti en un cómodo vagón disfrutando del placer de transportarse sobre rieles...

GRACIAS POR LEERME!!!
De esos pequeños remansos entre las casas y edificios...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Londres 2018

      Volver a Londres a fines de agosto del 2018 significó mucho para mí. A decir verdad, esta vez venía de Bilbao, de acña cerca. Era...